Anoche, lunes 11 me encontraba en la cesión del concejo Deliberante local. En uno de los puntos centrales, se trataba si permitían a modo de excepción, a un vecino que había invertido en la construcción del edificio de calle 26 e 9 y 10, hacer un tercer piso, ya que existe una ordenanza que limita la construcción hasta dos pisos. El diario La Mañana, días antes había adelantado que se negarían desde la órbita del concejo a tal pedido, lo que armó un gran revuelo y aconteció tal cual como lo vaticinó.
Entre los dimes y diretes de los fundamentos, las justificaciones, el fastidio de muchos vecinos, que sale nuevamente a trasluz que nuestro pueblo no crece y no lo dejarán crecer, se encuentra la fria letra de una ordenanza que lo prohíbe. Sobre un debate que rozaba la molestia que muchos ediles saben que la negativa o la aprobación trae consigo su "costo político", se optó por plantear una salida honorable al bochorno que habían generado ante la negativa de permitir ese dichoso tercer piso de un edificio.
Quedó al descubierto dos males Veinticinqueños de hoy y de siempre, en primer término, que nuestros políticos locales, los de 9 y 27 y de 10 y 27, no saben trabajar en equipo y en segundo lugar que siempre está latente el egoísmo político, el sectarismo, el chicanaje, el poner palos a la rueda para que nada del "otro" funcione. Nada funciona, así estamos como estamos.
Entonces, si alguna vez tomáramos conciencia que primero estará el bien común, el progreso, el amor a nuestra tierra como prioridades fundamentales, vamos a dejar de espantar y desalentar a los vecinos y empresarios que quieren invertir en nuestro pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario